Panóptico
No tengo que recordártelo, pero hoy se cumplen ya dos años de mi encierro. No sé si es razón para festejar o para llorar. Uno diría que un año más siempre es un año de vida y de experiencias. Sí, quizá, pero el mundo parece otro cuando se ve desde las mismas cuatro paredes y creo que mi estado de ánimo no es hoy el mejor. Apenas recuerdo las reuniones aquellas en las que veíamos a los amigos, llenas de bullicio, música y alegría. Los abrazos. ¿Te acuerdas de la fiesta de Lola, aquella en la que acabamos borrachos y terminé yéndome a escondidas con ella, pensando que nadie nos vería? Eran tiempos felices. Incluso me veo ahora con una sonrisa, al recordar el pleito con su marido dos días después. Sí, hasta los momentos más penosos tienen su lado bueno cuando uno está en libertad. ¿Cómo nos reímos después del pobre infeliz? ...