La llamada (inicio de novela negra)
Las luces en la calle brillaban moribundas sobre el pavimento húmedo y negro, desdibujadas por la lluvia que caía sin tregua. Odio las noches que parecen salidas de una película de misterio, y esta en particular era de las que te hacen desear quedarte en casa, con la botella abierta y las puertas bien cerradas. Aburrido en la oficina, iba por la segunda copa y a la mitad del tercer cigarro cuando el teléfono me sacó de mi sopor. Estaba hipnotizado viendo la lluvia resbalar por la ventana. Pasado el sobresalto, decidí dejarlo sonar. Quien llamara a esa hora colgaría pronto. Los días habían estado flojos y yo no tenía casos pendientes ni andaba de humor para estupideces. Pero hay llamadas necias, que no te sueltan. Después de seis o siete timbrazos, ya de malas, contesté. ...