El misterioso caso del robo de las joyas
Había sido un día caluroso, más que los veranos anteriores, aunque un par de rayas menos que los últimos días, cuando la ciudad parecía un horno. Por entonces, pocos llamaban a la pequeña oficina que mantenía en el centro. Solo cuatro paredes, un escritorio y una silla, pero me daba un espacio para pensar en los casos y recibir algún cliente de los que caían de vez en cuando. Había añadido a la decoración un refrigerador bastante viejo y algo que resultó ser la mejor compra: un ventilador que giraba sin entusiasmo, empujando el aire caliente de un lado a otro, como si también estuviera harto del calor. ...