Cerquita del infierno

—Tengo hambre, pá. —Espérate un ratito. Ya va a pasar alguien. La niña no había comido nada en todo el día. Su padre ya llevaba dos. Desde lo alto, el sol quemaba con esa saña que con los años había blanqueado el suelo que los rodeaba. Alrededor solo se veían algunos arbustos chaparros, junto con nopales que, aunque ya solo eran pencas secas, se erguían orgullosos como sobrevivientes. —Pero tengo mucha hambre. ...

2023-02-12 · 5 min · Antonio Saade