Es bueno verte aquí. Espero que estés cómodo en tu asiento y tengas un tiempo. Si no es así, si tienes algo que te inquieta por ahora, podemos comenzar de nuevo más tarde. No hay prisa. La idea es que tomes un rato tranquilo y amable. Nada más. Parece fácil ¿verdad? pero ¿cuántas veces lo has hecho esta semana? No tienes que contestar inmediatamente. Piénsalo despacio. ¿Qué tan seguido tienes tiempo verdaderamente para ti y para dejar atrás los problemas y las prisas? Probablemente no muy seguido. Siempre hay algo. Bueno, pues esta vez se trata de ti, de hacerte un espacio para dejar de lado carreras, el celular, el correo; unos minutos sin pensar en lo que comerás hoy o qué vas a hacer más tarde o mañana o la semana entrante. Sí, lo sé, tus cosas son importantes, no digo que no, pero seguramente ahí estarán cuando termines. No se van a ir porque las pospongas un rato. Ahora se trata de ti, solo de ti, de nada más. Solo hace falta hacer un lugar en tu cabeza en el que no haya política ni los pendientes en el trabajo; sin vecinos, sin presiones familiares, sin cuentas por pagar, sin llamadas ni quejas. Olvida todo eso. Quiero que apartes diez minutos para ti. Inténtalo, solo son diez minutos.

Acomódate bien. Relaja las piernas. La espalda. Mueve un poco la cabeza. Primero hacia un lado, luego hacia el otro. Despacio, solo para relajar el cuello. Coloca tus manos sobre tus piernas o, si prefieres, en la mesa. Se oyen ruidos, sí. No intentes suprimirlos, ahí estarán. Hay cosas con las que no podemos hacer nada. Reconoce que existen y nada más déjalos pasar, suavemente. Recuerda, este momento es tuyo. Suelta el cuerpo poco a poco. Comienza por los pies. Siente cómo se apoyan tranquilos en el suelo. Están relajados. Sigue hacia arriba. Las pantorrillas. Los muslos. Sigue, despacio. Las cuerdas en tus manos no importan por ahora. No hay que luchar con los pensamientos. No los sigas ni los rechaces, solo déjalos pasar. Sigue subiendo, hazlo con el estómago. El pecho. Esa idea que te viene puede ser buena o mala, no importa, deja que fluya sin juzgarla, sin recordarla. No hay miedo, solo estás tú. Todo estará bien. Son solo unos minutos. Tampoco pierdas tiempo en las sogas que atan tus pies. No hay hambre ni dolor. Deja que tu cabeza se vacíe, sin preocupaciones. A alguien más le tocará ver si se paga un rescate o de dónde podría salir el dinero para eso. Relájate. Esa presión que sientes en tu cuello es únicamente la cuerda que aprieta. Pasará. Suelta. No trates de luchar con esa sensación de no poder respirar. Es temporal. No intentes gritar, no vale la pena. Todo pasará. Solo cierra los ojos. Así, así.