Sandra Hemme despertó agitada y sudando en la cárcel, vieja y drogada, pagando por un crimen que no cometió y que la había llevado ahí para cumplir una sentencia de cincuenta. Entonces tenía apenas veinte años y estaba enferma cuando entró.
En la estación de policía, el detective a cargo del caso se veía orgulloso mientras narraba los detalles de la investigación
“Esa mujer está loca. Desde el primer interrogatorio que le hicimos quedó claro que no estaba bien de la cabeza. Según dijeron luego los doctores, era maníaco-depresiva y había tomado tantas pastillas que apenas podía hablar. Ni siquiera creo que hubiera entendido lo que le preguntábamos. Nos costó trabajo someterla; entre cuatro agentes apenas pudimos sacarla del clóset en el que se escondía y quitarle el cuchillo de la mano. No, ya les dije que no usó un cuchillo para matar a la muchacha; en algún lugar de camino a casa de su enfermera consiguió este y no nos dejaba acercarnos. Luego intentó inculpar a otros, pero al final confesó. Fue ella sola”.
“Quizá está mal que yo lo diga, pero creo que hicimos un buen trabajo, espero que estén de acuerdo. La víctima encontró justicia y podrá descansar tranquila. Lo que no entiendo es por qué hay que revisar nada. ¿De dónde sacan esas cosas si el asunto está decidido? El jurado ya la encontró culpable; ni más ni menos que gracias a la evidencia que encontramos. ¿Qué más hay que hacer? No tengo duda de que le darán cuando menos 50 años”.
“¿Que alguien dice que vio mi camioneta en la esquina de la casa? No, no puede ser. Me la habían robado, ya se los dije. Yo mismo lo denuncié al día siguiente. Nunca estuve ahí antes y menos en mi camioneta. Fue esa loca. Ella la mató. No es más que una asesina desalmada. No, claro que no usé ninguna tarjeta de crédito de la víctima el día del crimen. Ni siquiera la conocía; ¿de dónde iba yo a sacar algo así? Son mentiras. Alguien está inventando todo esto para inculparme. ¿Que hay cámaras en la tienda? ¿Aparezco en los videos? No, no puede ser. Lo que pasa es que quieren perjudicarme. Quiero un abogado. No diré una palabra más”.
Hoy, 43 años después, el recuerdo de lo que había pasado era cada vez más vago, pero ni siquiera dormida podía olvidar el asesinato del que la culparon 43 años antes. Cuando finalmente abrió los ojos, la tranquilizó verse en su casa, en su cama. ¡Qué sueño tan raro! Como sea, ya era hora de levantarse. Bajaría a hacer el desayuno a sus nietas, mientras sus papás regresaban de viaje.
Tarea: Con base en algún asunto de nota roja de cualquier periódico, excepto METRO, elaborar un cuento de libre extensión con voz de narrador omnisciente, que relate (explique) los antecedentes de la situación expuesta en el diario.
Inspirado en una nota de CNN “Missouri woman’s conviction overturned after 43 years”. No estoy seguro de que el estilo de narración sea el prescrito, pues hay una mezcla de voces.