I

Un pasón se lo da cualquiera, pero Juan sabía que se había excedido esta vez. Caminaba con los ojos vidriosos y no sabía dónde estaba. Solo seguía la línea blanca en el piso, intermitente, que era lo único que alcanzaba a ver. La cabeza le daba vueltas, con un estupor que nunca antes había sentido. Todo era ruidos como de cornetas o chirimías, y esos gritos que no alcanzaba a entender. Lo tenían sin cuidado. Eran esas luces maravillosas las que más llamaban su atención; luces intensas que tan pronto se veían acercarse como irse, cambiando mágicamente de un blanco radiante cuando venían, al rojo incandescente cuando se iban. Ahí vienen dos blancas. Tan rápidas, tan juntas y cada vez más cerca, más cerca.

II

“¡Qué día!”, se decía Santiago, finalmente camino a casa. “Y esto es solo el comienzo. La dichosa auditoría seguirá una o dos semanas más. ¡De dónde sacaremos los comprobantes que hacen falta!”. A estas alturas, ya había pasado su vuelta y tuvo que seguir hacia la avenida Central. “No debí tomar esas vacaciones con la familia. ¡Y menos tomar el dinero de la caja! Bien tendría que haber sabido que no iba a poder devolverlo a tiempo.” Tomó a la derecha y con un golpe de volante se incorporó a la extrema izquierda mientras subió la velocidad. Ya era tarde cuando lo sintió. Un golpe fuerte en el cofre, una sombra que lo oscureció todo y luego el parabrisas que estallaba en pedazos.

III

Solo abusan de mi. Mira que tener que llevar tres pedidos al mismo tiempo no se puede. Alguno va a llegar frío. Será de un oficinista descarado, de esos que comen en su escritorio, o de algún niño fifí que no tiene edad para salir a la calle, pero que pide siempre tres o cuatro platillos de los más caros cada vez que se le antoja. No tienen que mover un dedo pero, eso sí, si llega frío no hay propina. Es un abuso, pero ni modo, hay que darle. Falta pagar los abonos de la moto, la renta, la papa y todavía lo de la boda. No hay derecho. Y este inútil de adelante que no se mueve, parece tortuga. ¡Muévete, baboso!. Por ese cachito me le voy a meter. ¿Qué es eso en el piso? ¡Frena, frena, frena!